“Chica pura, chica
pura, a vos te cabe mi amor-ternura”
Versión libre de Damas
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Apenas surgió el tema de escribir
sobre amor y ternura pensé: ¿Qué hay detrás de la rápida asociación entre “amor”
y “ternura”? “Amor, tierno amor” suele rezar la frase. Tierno, se me ocurre en
primer lugar, en cuanto a cualidad, que se contrapone a duro o rígido. El
querido Kusch dice, en un pasaje de su libro Indios, porteños y dioses, que la realidad es dura, inflexible y
lógica, (también rígida, agrego yo), y en relación a ella somos blandos. Somos
blandos en tanto no podemos atravesar una pared, que es más dura que nosotros.
Si amo, es porque deseo algo que no tengo, algo que no soy yo, decían ya los
griegos. Amar me pone abierto, dispuesto al cambio (dispuesto a otro). Si amo,
me vuelvo tierno, en tanto que soy frágil, vulnerable, y por tanto dejo de ser cerrado, rígido y
duro. La ternura nos dis-pone abiertos-a-un-otro. (Hasta en el plano de los
sentimientos y el carácter se adjetiva en relación a la dureza-ternura “cabeza
dura”, “testarudo”, “ser muy duro” o “¡qué tiernooooo que sos!”)
Ahora bien, no cabe darles valor
a la rigidez y a la ternura, pues cada una cumple muy distintas funciones.
Nuestro esqueleto es rígido, y está perfecto que lo sea, porque si no seríamos
frágiles y fácilmente rompibles en relación a los objetos que nos rodean en
nuestro mundo circundante. La rigidez de nuestro cuerpo y nuestra osamenta es,
en ocasiones, puesta a prueba, como por ejemplo en un ritual rockero como lo es
el pogo. La rigidez siempre nos pone en-frente, nos en-frenta a otro ante el
cual debemos cerrarnos. Pienso en la rigidez de nuestros cuerpos frente a los
golpes, los bastones policiales, las golpizas, y en lo tierno que puede quedar
del amor luego de semejantes maniobras de tortura que podemos sufrir
cotidianamente ante ciertos contextos, pero que se agrava cuando es orquestada
por un aparato represivo que vela por la propiedad privada (muy Manuscritos económico-filosóficos). ¿”Dictadura”,
justamente, se tenía que llamar no? Ya sé que tiene que ver con dictum, con dictar, y que viene de ahí,
pero ¿gran casualidad ¿no?
Pero, para el caso, corporalmente
no solo somos huesos, duros que nos dan una estructura, sino también piel,
dermis, que siempre resulta permeable y tierna.
Pienso en la frase de su Para publicar del viejo Leandro N. Alem
respecto a la naciente U.C.R. “Si, que se rompa pero que no se doble!” tan
vinculada a estos temas y, más allá de la valoración que aquí se le da
demuestra la importancia de estos estados en nuestra vida.
También pienso en la traducción
del adjetivo francés “dur” que en castellano suele ser “sostenido”. De todos
modos, una definición en un diccionario francés de “dur” es interesante: “que
por su consistencia sólida, compacta, opone una fuerte resistencia al tacto, a
la presión, al choque, al desgaste, que no puede ser fácilmente penetrado.”
Hasta en la educación se utiliza
también la distinción rígido (duro) y blando. Hasta en algún momento se
clasificó a las ciencias entre “duras” y “blandas”.
¿Ahora bien, habrá puntos de
unión en esta que parece una lógica algo dualista? La rigidez y la ternura
vuelven al momento del sexo. Si está tierna o blanda, no entra, solo entra si
está dura. Ser tierno es, también ser flexible.
El fenómeno de la muerte también
nos relaciona con esta dupla, pues cuando morimos nos volvemos duros. “Está más
duro que un fiambre”, se dice. A su vez, la carne tiene una vinculación con la
dureza-ternura, porque no estilamos disfrutarla si no se deja masticar. “Mmmmm,
qué tierna está esta carne” es la expresión del deleite en, por ejemplo, un
asado. “La carne está muy dura” es una frase que en absoluto tiene
connotaciones positivas.
K.
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