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viernes, 26 de abril de 2013

Amor y ternura




“Chica pura, chica pura, a vos te cabe mi amor-ternura”
Versión libre de Damas Gratis

Apenas surgió el tema de escribir sobre amor y ternura pensé: ¿Qué hay detrás de la rápida asociación entre “amor” y “ternura”? “Amor, tierno amor” suele rezar la frase. Tierno, se me ocurre en primer lugar, en cuanto a cualidad, que se contrapone a duro o rígido. El querido Kusch dice, en un pasaje de su libro Indios, porteños y dioses, que la realidad es dura, inflexible y lógica, (también rígida, agrego yo), y en relación a ella somos blandos. Somos blandos en tanto no podemos atravesar una pared, que es más dura que nosotros. Si amo, es porque deseo algo que no tengo, algo que no soy yo, decían ya los griegos. Amar me pone abierto, dispuesto al cambio (dispuesto a otro). Si amo, me vuelvo tierno, en tanto que soy frágil, vulnerable,  y por tanto dejo de ser cerrado, rígido y duro. La ternura nos dis-pone abiertos-a-un-otro. (Hasta en el plano de los sentimientos y el carácter se adjetiva en relación a la dureza-ternura “cabeza dura”, “testarudo”, “ser muy duro” o “¡qué tiernooooo que sos!”)
Ahora bien, no cabe darles valor a la rigidez y a la ternura, pues cada una cumple muy distintas funciones. Nuestro esqueleto es rígido, y está perfecto que lo sea, porque si no seríamos frágiles y fácilmente rompibles en relación a los objetos que nos rodean en nuestro mundo circundante. La rigidez de nuestro cuerpo y nuestra osamenta es, en ocasiones, puesta a prueba, como por ejemplo en un ritual rockero como lo es el pogo. La rigidez siempre nos pone en-frente, nos en-frenta a otro ante el cual debemos cerrarnos. Pienso en la rigidez de nuestros cuerpos frente a los golpes, los bastones policiales, las golpizas, y en lo tierno que puede quedar del amor luego de semejantes maniobras de tortura que podemos sufrir cotidianamente ante ciertos contextos, pero que se agrava cuando es orquestada por un aparato represivo que vela por la propiedad privada (muy Manuscritos económico-filosóficos). ¿”Dictadura”, justamente, se tenía que llamar no? Ya sé que tiene que ver con dictum, con dictar, y que viene de ahí, pero ¿gran casualidad ¿no?
Pero, para el caso, corporalmente no solo somos huesos, duros que nos dan una estructura, sino también piel, dermis, que siempre resulta permeable y tierna.
Pienso en la frase de su Para publicar del viejo Leandro N. Alem respecto a la naciente U.C.R. “Si, que se rompa pero que no se doble!” tan vinculada a estos temas y, más allá de la valoración que aquí se le da demuestra la importancia de estos estados en nuestra vida.
También pienso en la traducción del adjetivo francés “dur” que en castellano suele ser “sostenido”. De todos modos, una definición en un diccionario francés de “dur” es interesante: “que por su consistencia sólida, compacta, opone una fuerte resistencia al tacto, a la presión, al choque, al desgaste, que no puede ser fácilmente penetrado.”
Hasta en la educación se utiliza también la distinción rígido (duro) y blando. Hasta en algún momento se clasificó a las ciencias entre “duras” y “blandas”.
¿Ahora bien, habrá puntos de unión en esta que parece una lógica algo dualista? La rigidez y la ternura vuelven al momento del sexo. Si está tierna o blanda, no entra, solo entra si está dura. Ser tierno es, también ser flexible.
El fenómeno de la muerte también nos relaciona con esta dupla, pues cuando morimos nos volvemos duros. “Está más duro que un fiambre”, se dice. A su vez, la carne tiene una vinculación con la dureza-ternura, porque no estilamos disfrutarla si no se deja masticar. “Mmmmm, qué tierna está esta carne” es la expresión del deleite en, por ejemplo, un asado. “La carne está muy dura” es una frase que en absoluto tiene connotaciones positivas.

K.

jueves, 25 de abril de 2013

El que mucho abarca poco aprieta.


Amor se dice de muchas cosas.
Aparato de captura, concepto abstracto, vacío, totalizador,  legitimante. Ideal regulativo, fin último, sentido, consuelo. De color rosa y puntillas, de cagarte a trompadas, incondicional a prueba de todo. Deudor, revolucionario, transformador, radical, intento desesperado e  imposible de salir de sí mismo. Lo que buscamos todos, lo único que nos queda, lo poco que tenemos. Bueno, malo,  sano,  patológico, altruista, egoísta.
Sin exagerar, podemos decir que se trata de uno de los conceptos más ambiguos, abarcadores y (por eso mismo) tentadores con los que contamos en nuestro lenguaje cotidiano.
No escapa a  las rivalidades dicotómicas que nos ayudan a entender el mundo como seres racionales que pretendemos ser, no obstante, cuando decimos “amor” nos arrojamos torpemente al intento de dibujar un límite capaz de  contener y dar forma, es decir unidad, a procesos múltiples, sentimientos, sensaciones, pasiones, estados anímicos (modos de vincularnos con nuestro entorno, el mundo como horizonte de posibilidades), que exceden por mucho a nuestro modo de ser  racional.
El amor, entonces, es la forma abstracta de referirnos a los afectos, como producto del vínculo que se da entre nosotros (en tanto cuerpo) y el mundo. Estas afectaciones, dice Spinoza, son las que aumentan o disminuyen, favorecen o perjudican  la potencia de obrar de nuestro cuerpo. Es decir, incrementan o frenan nuestro conatus (nuestro esfuerzo por persistir en el ser).
Por esto, entiendo que nuestra tarea consiste simplemente  en corrernos del amor como concepto onmiabarcador y confuso, donde se ponen en juego estereotipos idílicos que terminan por frustrarnos y  abrirnos a las sensaciones que se ocultan implícitas en él.  Posibilitar las afectaciones (alegres) que incrementan nuestra potencia y de ese modo enriquecernos, así como también enriquecer a todo(s) aquello(s) que se ponga en relación a nosotros.  

Ser-tierno-en-el mundo.


Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas o animales o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo. 
Viaje a Ixtlan.

La ternura, como acción, es la mostración afectiva de la intimidad. Tomando a esta no como una zona privada u oculta  sino como  la manifestación de un vínculo estrecho,  una conexión profunda, que se da con otro (de sí).
Solemos ser mezquinos y demostrarnos tiernos únicamente  con aquello(s) con los que podamos identificarnos o desear identificarnos o con aquello(s) que nos retribuya(n) el gesto; pero el verdadero desafío, creo,  es animarse a brindarle un trato tierno al mundo tal y como se nos da.
No es posible pensarnos separadamente del mundo, por lo que efectivamente nos une a él un vinculo muy estrecho, tratándose de una conexión que se retroalimenta; teniendo un trato tierno con nuestro entorno, lo tendremos a su vez  con nosotros mismos en tanto seres en el mundo. 

miércoles, 3 de abril de 2013

Ensayo sobre el amor y la ternura


Amor y ternura. Sustantivos abstractos. Pasibles de adjetivación. Algo es tierno; algo es amoroso. Pero, de un sustantivo concreto, como mesa, puedo afirmar que es tierna, pero no que es amorosa.
El adjetivo “amoroso” se aplica a lo viviente, a lo que Es.
El adjetivo “tierno” puede aplicarse también a útiles del mundo; a objetos concretos, porque tiene un sentido estético.
¿Lo amoroso tiene un sentido estético? No. Explica más bien una cierta cualidad.
“Qué amoroso tu gato” habla de un cierto carácter del animal y de la subsiguiente emoción experimentada por el sujeto enunciante.
“Qué tierno tu gato” implica dos cosas: La emoción que el gato sucinta en el sujeto enunciante:“ tu gato me genera ternura”, (en este sentido es como el amor) y, por otro lado, la impresión estética del sujeto enunciante frente al gato: “tu gato es un tierno”. Se objetará que puede afirmarse tranquilamente “tu gato es un amor” y es verdad, pero la diferencia entre amor y ternura que queremos mostrar es la que radica en los casos de aplicación a entes concretos. Veámoslo:
En el caso de “mesa” o “escalera” o “auto” o en cualquier tipo de ente inanimado, decir que es “tierno” implica dos sentidos: El sentido emocional, (aunque no sea un ser viviente, alguien puede sentir ternura por una cajita de música por ejemplo), y el sentido puramente estético (puede parecerle estéticamente tierna).
Mostramos éste último sentido, (el sentido estético), con un ejemplo:
Es conocido el caso de la mujer que queriendo comprar un bolso azul tornasolado, va a la tienda, lo encuentra, y a último momento lo cambia por otro bolso, de color púrpura, porque, ella misma lo indica: “éste es más tierno”.
Lo tierno es una impresión subjetiva sobre algo o alguien, ya sea por shock estético o por sentimiento.
Lo amoroso es más complejo. Sería absurdo que la mujer del ejemplo hubiese dicho que cambió su bolso porque el púrpura era “más amoroso”, dado que algo amoroso no es algo no-vivo. El hecho de ser amoroso implica una cierta cualidad que se relaciona con el movimiento: Lo quieto no es amoroso. Algo amoroso está siendo. Se desarrolla amorosamente, deviene amoroso en el devenir mismo de sí mismo como ser amoroso.

En cuanto sustantivos coinciden en su abstracción. Yo nunca ví, ni toqué a Amor silbando por la vereda. Yo nunca acaricié ni almorcé con Ternura. No son otro-de-mí. Son en-mí.
Parecen poseer una dimensión universal tan abstracta que los hace difíciles de ignorar frente a las cosas concretas (ignorables): Puedo olvidarme de comprar ajo para la cena de mañana, pero no puedo dejar de sentir ternura por los ojos de Laura.
Amor y ternura no son ignorables y llevan siempre a cuestas sus opuestos; es claro para todos que Odio es antónimo de Amor. Pero, ¿cuál es el antónimo de ternura? Aquí hay un problema.
Si acuden a cualquier diccionario de lengua española, van a advertir que todo aquello que se pueda sugerir como antónimo de ternura es en realidad, antónimo de otra palabra. El diccionario sugiere la palabra antipatía, entre otras, como antónimo de ternura. A esto lo llamaremos  traición, dado que antipatía le corresponde a “simpatía” y no a ternura.
Lo mismo con “impiedad”, que le corresponde a piedad. Y podemos seguir.
Lo que queremos mostrar es que, en el plano del lenguaje, Ternura es mucho más inaprensible que Amor. Es una palabra que llamaremos plástica. O elástica. Porque posee la capacidad de aplicarse de diferentes modos a diferentes diferencias (para seguir con las redundancias).
En cambio Amor, dentro de su abstracción, es concreta. Como se dijo: Amoroso sólo a lo viviente. Y con un opuesto claro que lleva siempre a cuestas.

Pensando el siguiente enunciado que hace Hermann Hesse en su Siddharta: Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más vigoroso que la violencia. Y en éste marco de reflexión filodóxica, ¿Podemos afirmar que la ternura es más fuerte que el amor?
Eso se lo dejo a ustedes.


Mieko.