Amor y
ternura. Sustantivos abstractos. Pasibles de adjetivación. Algo es tierno; algo
es amoroso. Pero, de un sustantivo concreto, como mesa, puedo afirmar que es
tierna, pero no que es amorosa.
El adjetivo
“amoroso” se aplica a lo viviente, a lo que Es.
El adjetivo
“tierno” puede aplicarse también a útiles del mundo; a objetos concretos, porque
tiene un sentido estético.
¿Lo amoroso
tiene un sentido estético? No. Explica más bien una cierta cualidad.
“Qué amoroso
tu gato” habla de un cierto carácter del animal y de la subsiguiente emoción experimentada
por el sujeto enunciante.
“Qué tierno
tu gato” implica dos cosas: La emoción que el gato sucinta en el sujeto
enunciante:“ tu gato me genera ternura”, (en este sentido es como el amor) y, por
otro lado, la impresión estética del sujeto enunciante frente al gato: “tu gato
es un tierno”. Se objetará que puede afirmarse tranquilamente “tu gato es un
amor” y es verdad, pero la diferencia entre amor y ternura que queremos mostrar
es la que radica en los casos de aplicación a entes concretos. Veámoslo:
En el caso
de “mesa” o “escalera” o “auto” o en cualquier tipo de ente inanimado, decir
que es “tierno” implica dos sentidos: El sentido emocional, (aunque no sea un
ser viviente, alguien puede sentir ternura por una cajita de música por ejemplo),
y el sentido puramente estético (puede parecerle estéticamente tierna).
Mostramos éste
último sentido, (el sentido estético), con un ejemplo:
Es conocido
el caso de la mujer que queriendo comprar un bolso azul tornasolado, va a la
tienda, lo encuentra, y a último momento lo cambia por otro bolso, de color
púrpura, porque, ella misma lo indica: “éste es más tierno”.
Lo tierno
es una impresión subjetiva sobre algo o alguien, ya sea por shock estético o
por sentimiento.
Lo amoroso
es más complejo. Sería absurdo que la mujer del ejemplo hubiese dicho que
cambió su bolso porque el púrpura era “más amoroso”, dado que algo amoroso no
es algo no-vivo. El hecho de ser amoroso implica una cierta cualidad que se
relaciona con el movimiento: Lo quieto no es amoroso. Algo amoroso está siendo.
Se desarrolla amorosamente, deviene amoroso en el devenir mismo de sí mismo
como ser amoroso.
En cuanto
sustantivos coinciden en su abstracción. Yo nunca ví, ni toqué a Amor silbando
por la vereda. Yo
nunca acaricié ni almorcé con Ternura. No son otro-de-mí. Son en-mí.
Parecen
poseer una dimensión universal tan abstracta que los hace difíciles de ignorar frente
a las cosas concretas (ignorables): Puedo olvidarme de comprar ajo para la cena
de mañana, pero no puedo dejar de sentir ternura por los ojos de Laura.
Amor y
ternura no son ignorables y llevan siempre a cuestas sus opuestos; es claro
para todos que Odio es antónimo de Amor. Pero, ¿cuál es el antónimo de ternura?
Aquí hay un problema.
Si acuden a
cualquier diccionario de lengua española, van a advertir que todo aquello que
se pueda sugerir como antónimo de ternura es en realidad, antónimo de otra
palabra. El diccionario sugiere la palabra antipatía, entre otras, como
antónimo de ternura. A esto lo llamaremos
traición, dado que antipatía le corresponde a “simpatía” y no a ternura.
Lo mismo
con “impiedad”, que le corresponde a piedad. Y podemos seguir.
Lo que
queremos mostrar es que, en el plano del lenguaje, Ternura es mucho más
inaprensible que Amor. Es una palabra que llamaremos plástica. O elástica. Porque
posee la capacidad de aplicarse de diferentes modos a diferentes diferencias
(para seguir con las redundancias).
En cambio
Amor, dentro de su abstracción, es concreta. Como se dijo: Amoroso sólo a lo
viviente. Y con un opuesto claro que lleva siempre a cuestas.
Pensando el
siguiente enunciado que hace Hermann Hesse en su Siddharta: Lo blando es
más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más
vigoroso que la violencia. Y en éste marco de reflexión filodóxica,
¿Podemos afirmar que la ternura es más fuerte que el amor?
Eso se lo
dejo a ustedes.
Mieko.
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